13 julio 2011

Gilipollez

Hoy no hay dibujito.

Hoy quiero hablar de mí, que soy el jefe de (todo) esto. Resulta que esta tarde, mientras conducía de vuelta a casa tras un día de trabajo (aún lo conservo, sabe Dios cómo y por qué) he tenido una revelación.

Me he planteado mi posible gilipollez. En serio.

Me he preguntado si tendrán razón los que dicen/piensan (que los hay) que soy un gilipollas de padre y muy señor mío. Y no me he sabido contestar. ¿Lo eres, Quique? ¿Eres gilipollas? Hasta hoy siempre he sabido que no, que para nada soy un gilipollas más de todos esos que empiezan a ser mayoría.

Pues ya no lo tengo tan claro. De hecho, empiezo a pensar que quizás sí que los soy. Pero ¿eso cómo coño se puede saber? ¿Estadísticamente (si lo piensa más de la mitad de la gente, entonces lo soy? ¿Ponderadamente (multiplicando la cantidad de personas que creen que sí lo soy por el grado de gilipollez de me atribuyen y restando luego la no gilipollez que me pueda atribuir la parte que opine que no lo soy)?

El caso es que siempre me he considerado un tipo bastante inteligente. Y gracioso. Guapo, ya no tanto. Antes sí, bastante. Porque nunca me había visto de perfil. El día que el peluquero me puso dos espejos para enseñarme el cogote el mundo cambió por completo para mí.

Y ahora resulta que creo ser gilipollas.

Ahora ,lo que me pregunto es: ¿Cuánta gente habrá en el mundo consciente de su propia gilipollez? ¿Seremos muchos? ¿Seré yo el primero? ¿Será este un nuevo motivo para considerarme a mí mismo (y con justicia) digno de la más profunda admiración?

No estoy seguro. Sigo pensando.