18 mayo 2011

Vértigo

Tras el aluvión de alabanzas recibidas por algunos de los 30 aprox. lectores de este blog en ciernes, no puede uno dejar de sentir vértigo. Manda cojones.



De repente me ha entrado una sensación lamentable de miedo a defraudaros, como si estas gilipolleces que escribo por hacer algo en lugar de ver la tele tuvieran alguna importancia.

Yo creo que es el ego, que se me ha desmadrado. Sin ningún motivo. Más bien, todo lo contrario.

Y eso. Que no me veo capaz de superar lo anterior esta noche. Así que he decidido que, mientras se me ocurre un parto medianamente decente que justifique su lectura, voy a proponeros cuatro líneas de Lolología (El empujoncito) que es la novela basada en hechos reales que pronto verá la luz, por las buenas o por las malas. Por lo civil o por lo criminal.



Nota: El tal Quique soy precisamente yo hace unos veinte años. El otro es mi amigo Luis, que es quien escribe. Por eso se refiere a mí en tercera persona. Hablamos de la chica estratosférica de la que estaba enamorado, el pobre, por aquel entonces. Un 9,65 para que os hagáis una idea.


Quique (Enrique) opinaba que no. Que ni siquiera si fuésemos a parar los dos solos a una isla desierta tendría la más remota posibilidad de conseguir nada de ella, al menos por las buenas. Por la malas, quizás sí.
––Lo bueno de las islas desiertas ––dijo––, es que cuando los dos os habéis acabado el libro, con algo os tenéis que entretener. Así que probablemente te la acabarías cepillando tarde o temprano.
––¿En qué quedamos?
––Es una regla general. Tú serías la excepción. La noticia buena es que nadie podría oír sus gritos de socorro.
––O de placer.
––O de dolor porque te has equivocado de agujero y se la estás intentando meter por el culo.
––Sí, claro.
––Cuidado, que están muy juntos.
––Ya lo sé.